Ayer fui a la procesión de Cristo del Gran Poder y la Esperanza Macarena, no es que yo sea muy devota de este tipo de actos, pero este año lo necesitaba. Una de las razones por las que he elegido esta procesión es porque la imagen de la Esperanza Macarena es una de las tallas que junto con el palio mas bonitas que yo he visto en Madrid, y otra de las razones por las que he elegido esta procesión y no otra de las que hay en Madrid, es que son las únicas o eso creo yo, que son llevadas por costaleros.
Yo no sé que ha pasado, pero entre el olor a incienso, los penitentes, las velas, la gente, la música y mis emociones, me he puesto a llorar, como si todas las lágrimas que últimamente no dejo que salgan, no pudieran esperar mas, tenían que salir y ese era el momento.
De vuelta a casa, me he encontrado con otro tipo de lágrimas, debe ser, que yo no lo sé, que los miembros del grupo Tokio Hotel (el del cantante que no se sabe muy bien que es y los pelos de pincho) se alojan en el hotel NH que está en la calle Atocha y allí había un centenar de niñas llorando por no poder ver a sus ídolos, que ni idea tenia yo de que venían a España, o a lo mejor lloraban por otros, pero por las pintas y la estética…parecían primas y primos del cantante. Gracias al paso de los años que yo he dejado de ser así.
Dos tipos de lagrimas, dos tipos de emociones... esto me ha llevado a pensar que lloramos por muchas razones y que son tan personales, que nadie las entiende. Nadie habrá entendido porque yo lloraba al paso de las imagenes en la procesion y yo no he entiendo por que la muchachada que se agolpaba a las puertas de un hotel lloraban por ver a los miembros de Tokio Hotel.
Tocineando a la Bipolar 